Se puede ser un moralista y al mismo tiempo descender a la enfermedad moral. En un blog resalto las virtudes de la familia tradicional mientras que en otro opino lo contrario. Examino los defectos del matrimonio sin haber estado casado. Comento asuntos políticos pero no acudo a votar. Alabo los beneficios de la sociedad de consumo cuando soy el primer tacaño. Critico conductas libertinas para terminar visitando una web de señoras desnudas. ¿Alguien necesita mi consejo?
domingo, 13 de junio de 2010
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