El trastorno victimista de la izquierda invalida sus argumentos al eludir su propia responsabilidad. No importa la causa real de un hecho, la culpa siempre es del otro. Esta es una de las máximas más comunes entre los políticos, quienes revelan con ello el más recalcitrante síndrome adámico. Incluso cuando el daño ha sido causado por uno mismo, la infracción debe ser atribuida al adversario, evitando que la crítica recaiga sobre el auténtico autor. Se trata de rentabilizar el perjuicio. Por muy inmoral que parezca, resulta una táctica efectiva.
lunes, 22 de marzo de 2021
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1 comentario:
Gran artículo. Se complementa con https://jumpstart.casa/islakarajos/
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