El expresidente Felipe González dio en el centro de la diana al sostener que los jóvenes que concluyen sus estudios en las escuelas de negocios “quieren ser funcionarios de la mano de Chaves o Botín”, descartando aventuras emprendedoras. A falta de vocación, prefieren la administración pública y las entidades ya asentadas, naturalmente, integrados en el grupo A.
La auténtica élite emprendedora proviene de los centros de Formación Profesional. ¿Son ingenieros quienes establecen los talleres mecánicos? ¿Qué licenciado se atreve a iniciar actividad empresarial en una explotación ganadera? ¿Provienen de las escuelas universitarias los técnicos cualificados que trabajan en carpintería metálica? ¿Cuál es la titulación del profesional que regenta una peluquería? ¿Qué universidad o escuela técnica universitaria adiestra a los fontaneros? ¿Qué tipo de averías arregla un doctor en filología clásica o un filósofo moral?
Es un gran error suponer que es la universidad el núcleo irradiador de profesionales con mayor proyección económica. Si la mayoría de los universitarios dedica sus energías a intentar colocarse en la administración pública para no ser menos que sus ociosos instructores académicos, qué ánimo, impulso o iniciativa invierten en la cultura emprendedora, en la generación de capital, el incremento productivo, innovación empresarial.
Los viveros o incubadoras de empresas también existen en centros de Formación Profesional. Los técnicos no universitarios presentan, muchas veces, unos perfiles profesionales más atractivos para el mercado, más prácticos, y sus integrantes no son contaminados con falsas expectativas ni admiten la frecuente divagación fantasiosa e inmadurez de los universitarios. Los emprendedores provenientes de la Formación Profesional tienen más probabilidades de generar negocios auténticamente viables y con verdadera demanda.
Se están desarrollando en la actualidad programas para convertir los centros y talleres de FP en núcleos de investigación técnica. Tampoco omitiremos que muchos de estos alumnos tienen igual opción a convertirse en funcionarios de la administración pública.
La formación profesional, representando mucho más que una “enseñanza media”, instruye en tareas verdaderamente operativas basándose en secuencias prácticas. Sólo los trabajadores pertenecientes a este grupo podrán detectar los fallos inmediatos en la cadena de producción, distribución y venta, no los dirigentes aislados de este medio. La mal llamada “enseñanza superior” concibe una ficticia élite laboral que se supone lo sabe todo y está preparada para tomar las más elevadas decisiones, cuando en demasiadas ocasiones los ejecutivos de primer nivel, reiterados universitarios, provocan la caída de toda la empresa por no saber interpretar algunos datos presentes —o ausentes— en sus informes y proyectos porque no tienen capacidad de análisis y diagnóstico.
Empresarios y encargados de recursos humanos deben comprender que un trabajador con un ciclo formativo de grado superior de FP puede ser igualmente elegible para el más elevado puesto en una empresa o institución. El nivel de conocimiento técnico entre un graduado universitario y un promocionado de segundo ciclo en un instituto de formación profesional es prácticamente el mismo. Con las únicas excepciones de la escala facultativa de medicina y el derecho, en todas las actividades restantes no se aprecia mayor nivel de competencia laboral entre un licenciado y un técnico superior no universitario.
Un técnico especialista (FPII) de la familia de comercio y marketing o administración y gestión, está capacitado para desempeñar las mismas funciones que un licenciado en administración y dirección de empresas, publicidad y relaciones públicas, económicas, graduado en relaciones laborales y recursos humanos o carreras similares. Un técnico superior en edificación y obra civil, poco se diferencia del arquitecto o ingeniero técnico, siendo más evidente la equivalencia en las ramas de electricidad y electrónica, fabricación mecánica, instalación y mantenimiento, o transporte y mantenimiento de vehículos. Un licenciado en trabajo social no tiene mayor capacidad que quien ha cursado el ciclo formativo de grado superior en la familia de servicios socioculturales y a la comunidad. La licenciatura en ciencias de la actividad física y del deporte casi podría equipararse a la FP en actividades físicas y deportivas. Un técnico superior de la rama de hostelería y turismo posee igual o superior preparación que un diplomado universitario en la carrera de turismo. Y podíamos continuar la comparación en todos y cada uno de los títulos expedidos en el ámbito de la enseñanza profesional: energía y agua, imagen personal, industrias alimentarias, especialidad agraria, informática y comunicaciones, artes, madera, mueble y corcho, industrias extractivas, química, seguridad y medio ambiente, textil, confección y piel, vidrio y cerámica, etc.
Existe una gran confusión en los atributos asumidos para la formación profesional. Conviene dejar bien claro el nivel de competencia laboral alcanzado con cada una de las dos categorías: ciclos formativos de grado medio, antes llamada formación profesional de primer grado, y ciclos formativos de grado superior, la antigua formación profesional de segundo grado.
El primer título, de técnico intermedio, cualifica al trabajador para integrarse en la oficialía industrial, es decir, como oficial u operario de 1ª ó 2ª, clasificándose según la pericia demostrada en la ejecución de su labor y antigüedad. Significa la acreditación correspondiente al módulo básico de conocimientos teórico-prácticos para determinada especialidad. En algunos empleos se establece la categoría de “auxiliar”, si bien podemos equiparar al técnico auxiliar con el oficial 2ª ó 3ª en tanto que ambos disponen ya de unas destrezas laborales homologadas, pero sin alcanzar el grado máximo de autonomía en la empresa, reservado para el oficial de primera. Los titulados de grado medio o FPI pueden ascender hasta el empleo de jefe de equipo o subjefe de negociado.
Al técnico superior, antiguo técnico especialista (FPII), le es propia la “maestría industrial” en su oficio, o sea, el más elevado conocimiento de una actividad profesional y puede, por tanto, instruir y coordinar a otros en su ejecución. Aunque con frecuencia se determina su integración laboral en la categoría de oficial 1ª, también es posible adjudicarle competencias directivas como jefe de taller, maestro de obra, encargado general, jefe de negociado, gerente, etc.
La auténtica élite emprendedora proviene de los centros de Formación Profesional. ¿Son ingenieros quienes establecen los talleres mecánicos? ¿Qué licenciado se atreve a iniciar actividad empresarial en una explotación ganadera? ¿Provienen de las escuelas universitarias los técnicos cualificados que trabajan en carpintería metálica? ¿Cuál es la titulación del profesional que regenta una peluquería? ¿Qué universidad o escuela técnica universitaria adiestra a los fontaneros? ¿Qué tipo de averías arregla un doctor en filología clásica o un filósofo moral?
Es un gran error suponer que es la universidad el núcleo irradiador de profesionales con mayor proyección económica. Si la mayoría de los universitarios dedica sus energías a intentar colocarse en la administración pública para no ser menos que sus ociosos instructores académicos, qué ánimo, impulso o iniciativa invierten en la cultura emprendedora, en la generación de capital, el incremento productivo, innovación empresarial.
Los viveros o incubadoras de empresas también existen en centros de Formación Profesional. Los técnicos no universitarios presentan, muchas veces, unos perfiles profesionales más atractivos para el mercado, más prácticos, y sus integrantes no son contaminados con falsas expectativas ni admiten la frecuente divagación fantasiosa e inmadurez de los universitarios. Los emprendedores provenientes de la Formación Profesional tienen más probabilidades de generar negocios auténticamente viables y con verdadera demanda.
Se están desarrollando en la actualidad programas para convertir los centros y talleres de FP en núcleos de investigación técnica. Tampoco omitiremos que muchos de estos alumnos tienen igual opción a convertirse en funcionarios de la administración pública.
La formación profesional, representando mucho más que una “enseñanza media”, instruye en tareas verdaderamente operativas basándose en secuencias prácticas. Sólo los trabajadores pertenecientes a este grupo podrán detectar los fallos inmediatos en la cadena de producción, distribución y venta, no los dirigentes aislados de este medio. La mal llamada “enseñanza superior” concibe una ficticia élite laboral que se supone lo sabe todo y está preparada para tomar las más elevadas decisiones, cuando en demasiadas ocasiones los ejecutivos de primer nivel, reiterados universitarios, provocan la caída de toda la empresa por no saber interpretar algunos datos presentes —o ausentes— en sus informes y proyectos porque no tienen capacidad de análisis y diagnóstico.
Empresarios y encargados de recursos humanos deben comprender que un trabajador con un ciclo formativo de grado superior de FP puede ser igualmente elegible para el más elevado puesto en una empresa o institución. El nivel de conocimiento técnico entre un graduado universitario y un promocionado de segundo ciclo en un instituto de formación profesional es prácticamente el mismo. Con las únicas excepciones de la escala facultativa de medicina y el derecho, en todas las actividades restantes no se aprecia mayor nivel de competencia laboral entre un licenciado y un técnico superior no universitario.
Un técnico especialista (FPII) de la familia de comercio y marketing o administración y gestión, está capacitado para desempeñar las mismas funciones que un licenciado en administración y dirección de empresas, publicidad y relaciones públicas, económicas, graduado en relaciones laborales y recursos humanos o carreras similares. Un técnico superior en edificación y obra civil, poco se diferencia del arquitecto o ingeniero técnico, siendo más evidente la equivalencia en las ramas de electricidad y electrónica, fabricación mecánica, instalación y mantenimiento, o transporte y mantenimiento de vehículos. Un licenciado en trabajo social no tiene mayor capacidad que quien ha cursado el ciclo formativo de grado superior en la familia de servicios socioculturales y a la comunidad. La licenciatura en ciencias de la actividad física y del deporte casi podría equipararse a la FP en actividades físicas y deportivas. Un técnico superior de la rama de hostelería y turismo posee igual o superior preparación que un diplomado universitario en la carrera de turismo. Y podíamos continuar la comparación en todos y cada uno de los títulos expedidos en el ámbito de la enseñanza profesional: energía y agua, imagen personal, industrias alimentarias, especialidad agraria, informática y comunicaciones, artes, madera, mueble y corcho, industrias extractivas, química, seguridad y medio ambiente, textil, confección y piel, vidrio y cerámica, etc.
Existe una gran confusión en los atributos asumidos para la formación profesional. Conviene dejar bien claro el nivel de competencia laboral alcanzado con cada una de las dos categorías: ciclos formativos de grado medio, antes llamada formación profesional de primer grado, y ciclos formativos de grado superior, la antigua formación profesional de segundo grado.
El primer título, de técnico intermedio, cualifica al trabajador para integrarse en la oficialía industrial, es decir, como oficial u operario de 1ª ó 2ª, clasificándose según la pericia demostrada en la ejecución de su labor y antigüedad. Significa la acreditación correspondiente al módulo básico de conocimientos teórico-prácticos para determinada especialidad. En algunos empleos se establece la categoría de “auxiliar”, si bien podemos equiparar al técnico auxiliar con el oficial 2ª ó 3ª en tanto que ambos disponen ya de unas destrezas laborales homologadas, pero sin alcanzar el grado máximo de autonomía en la empresa, reservado para el oficial de primera. Los titulados de grado medio o FPI pueden ascender hasta el empleo de jefe de equipo o subjefe de negociado.
Al técnico superior, antiguo técnico especialista (FPII), le es propia la “maestría industrial” en su oficio, o sea, el más elevado conocimiento de una actividad profesional y puede, por tanto, instruir y coordinar a otros en su ejecución. Aunque con frecuencia se determina su integración laboral en la categoría de oficial 1ª, también es posible adjudicarle competencias directivas como jefe de taller, maestro de obra, encargado general, jefe de negociado, gerente, etc.
5 comentarios:
buenos dias:
En mi modesta opinión, pienso que ser funcionario de la clase A o de otra clase, es un descanso para toda la vida, y, que es un gran error, pensar que sólo la gente capacitada se encuentra en las universidades, sino , ¿de dónde sale el tejido empresarial que sustenta monetariamente la clase A,B, etc?
hay que dar a las cosas su justo valor, está muy bien ser de la élite de la universidad y cuyo objetivo único sea ser funcionario ............pero a mi parecer, desde la universidad hay que motivar a que sean más emprendedores ya que se posee los conocimientos.
Asi podriamos disponer de casos como Nueva Rumasa, o muchos otros empresarios pero claro se me olvidaba, que los anteriormente mencionados como se dice vulgarmente "se tuvierón que sacar las castañas del fuego" y, hoy en dia siguen y ,desde luego no menospreciar la formación profesional, que por el momento sí, genera trabajadores reales.......
A mi se me ocurre una pregunta ¿la universidad actual genera nuevos profesionales con arranque empresarial o solámente se dedica uno a ir para obtener el título y despues me soluciono la vida y que otros paguen?..........
¡MOTIVAR Y TRABAJAR! palabras claves para que un pais crezca , da igual que sean funcionario o no, pero ¡POR DIOS! que no sea el único objetivo
Un Saludo
Podíamos ser mucho más críticos. Aunque expongo el magnífico enunciado de Felipe González, en el caso de nuestras universidades, españolas, precisamente son los afiliados y simpatizantes de estos mismos partidos políticos quienes gozan de todas las facilidades para convertirse en "académicos" funcionarios. Tal y como está concebido el sistema universitario, sin auténtico concurso-oposición para los profesores, las plazas son asignadas mediante las peores prácticas endogámicas.
¿Por qué fracasó lo de cambiar ladrillo por innovación? Porque en España son muy pocos los científicos que pueden quedarse, los que permanecen suelen ser los más inútiles aunque mejor relacionados.
En eso estoy totalmente de acuerdo , en este pais resiste solo el que està mejor relacionado que no el mejor preparado......
¡Lástima!
Un saludo
Buenas.
Gracias por dejarme un mensaje en el blog. A ver si tengo un momento y te añado a favoritos.
Lo de los intereses negativos es justamente eso: la gente compraría todo lo que pudiese (a ser posible, a tipo fijo) y alargaría los plazos al máximo para pagar cada vez menos.
Como los ahorros valdrían menos, la gente los invertiría o haría algo con ellos.
De todos modos, esto es teoría. Sólo si los ahorros se extraen en pequeñas cantidades puede el sistema bancario permanecer sin colapsarse, igual que sólo si se venden en pequeñas partes pueden las acciones en la bolsa mantener su valor.
A mí me hizo gracia, porque ya iba a firmar una hipoteca a tipo fijo (que cada año valdría un 5% menos, y como la pondría a 50 años, pues al final no iba a pagar ni la mitad del piso... que es su valor real).
Estoy de acuerdo contigo 100%. De hecho hay estudios que dicen que no importa tanto cuanto se gaste en educación en Europa, para ver donde están los países con mayor riqueza, si no, en los países donde se invierte en mejor F.P. Tal vez podría ser bueno que en la uni se enfatizara cursos de emprendizaje o algo, pero o que se hace es recalcar la memorización.
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